Tribulaciones de una pandemia

Por: Pedro Rafael Gutiérrez Doña

Luego de vivir una de las experiencias más inesperadas de mi vida como ha sido sentir en carne propia los efectos de una Pandemia, se dio el momento récord en la historia de la medicina, como fue la creación de la vacuna para el Covid-19.  Muchos expertos dudaron en un inicio, que la creación de una vacuna para eliminar este virus,  lo menos que duraría en salir al mercado sería en un par de años.  

Y como parte de la justificación a sus argumentos,  recordaban la enfermedad de las Paperas, conocida como el síndrome de rubéola congénita (SRC) la que mantenía el primer lugar en la medicina por haber sido descubierta en el ‘corto’ término de 3 años.   El responsable de esta proeza fue el Dr.  Maurice R. Hilleman en 1967, quien hoy en día debería ser idolatrado como un ejemplo para el mundo, por sus aportes en vacunas para el sarampión, rubéola, hepatitis A y B, varicela, neumonía y sus trascendentales aportes a la virología, epidemiología e inmunología.

En la actualidad la vacuna de las Paperas ocupa el segundo lugar en haber sido descubierta,  después que la destronara de su podio, la más reciente vacuna contra el Covid-19.  La diferencia de tiempo en el descubrimiento de las vacunas y que hizo cambiar a los escépticos, se da precisamente por haberse unido como nunca antes en la historia,  científicos y médicos de todo el mundo para lograr un solo objetivo: la creación de la tan esperada vacuna para el Coronavirus. 

Las imágenes que nos llegan de la India en estos días son aterradoras, no son ni más ni menos, momentos reales del  infierno en el que viven y, son un claro testimonio para necios incrédulos que hacen chota de la existencia del mismísimo Hades.   Miles de cadáveres víctimas de la pandemia,  son incinerados en crematorios al aire libre,  elevando nubes de humo por toda la ciudad para ser recibidos en el cielo, como ofrenda a Vishnu, Brahma y Shiva.  Y cuando todos creímos que la vacuna iba a detener las muertes en el mundo, la realidad nos dice otra cosa; las muertes se multiplican, el virus muta mortalmente y no perdona edad, color o raza.

Por su parte, nuestro vecino del norte Nicaragua a la cabeza del binomio Ortega/Murillo,  en una actitud irracional y temeraria, han tirado a la población a las calles como ovejas al matadero, haciendo todo lo contrario a lo que la Organización Mundial de la Salud (OMA), el Consejo de Europa y la Organización Panamericana de la Salud conocida como la (OPS) han venido recomendando. 

En Costa Rica el sistema de salud está en crisis.  La ocupación de camas en los hospitales para las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) explotan las estadísticas sobrepasando el 121% en ocupación y,  el cansancio y agotamiento golpean duramente al sacrificado personal de salud.  Mario Ruíz,  Gerente Médico de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) señaló que “...esto es como despertar en la peor pesadilla, los centros médicos siguen recibiendo pacientes que requieren atención hospitalaria y ya no se les puede dar la atención óptima a su condición de gravedad pues no se les puede asignar la cama adecuada”.

 Al momento de escribir este comentario según el Ministerio de Salud,  en el país ya suman 3310 fallecidos! reflejo de una realidad que da al traste con las nocivas teorías de conspiración producidas por la irresponsabilidad e ignorancia en grupúsculos que se cuestionan neciamente: ¿”cuál Pandemia”?  Los cuerpos policiales visiblemente impotentes y cansados, son incapaces de controlar a una caterva de beodos, empecinados en organizar fiestas clandestinas y bacanales en fincas de recreo sin importarles su vida y las de los demás.   El gobierno de Carlos Alvarado en su empírico afán de detener el contagio, envía a los jóvenes a escuelas y colegios a exponer la salud de ellos y sus familiares y,  por otra parte, cierra comercios y negocios en todo el país, dejando a sus padres sin trabajo.

Los contagios suman en promedio más de 2000 casos diarios y algunos se atreven a doblar esta cifra en solo un par de meses, cifra a la que no desearíamos llegar obligando por ello, a que las autoridades de salud envíen a los enfermos a morir en sus casas.

Por otra parte y como resultado de las tribulaciones sufridas por esta pandemia, unos 452.000 costarricenses se encuentran sin trabajo,  siendo las mujeres quienes presentan una mayor tasa de desempleo que los hombres; 25,0% y 14,1% respectivamente,  señaló esta semana,  el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

 Ante este preocupante escenario en el país, solo nos quedan dos opciones: poner nuestras esperanzas en ser vacunados y una vez logrado esto, ver si es posible -por que así lo señalan muchos- lograr la conocida “inmunidad de rebaño” condición ésta, que lleva en su esencia a que miles de personas sean contagiadas y muchas tengan que fallecer.  Y la segunda opción de la que podemos encargarnos cada uno de nosotros, es desechar mitos dañinos y proceder responsablemente a cuidarnos siguiendo los protocolos que nos repiten a diario (lávese las manos, use mascarilla, guarde su distancia) pero que a muchos les entra por un oído y les sale por el otro.

 

pgutierrezd@gmail.com

 

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