La
nueva pederastia
Por:
Pedro Rafael Gutiérrez Doña
En la antigua Roma de la que ya sabemos quedó sepultada en cenizas provocada por su máximo líder político el emperador Nerón, tenían la costumbre de criar a muchos niños como una mercancía sexual; estos eran vendidos luego, a distinguidos pederastas de la sociedad romana, para el disfrute de sus milenarias fantasías. La propia madre se encargaba de “orientar” al menor desde temprana edad para su futuro destino, enseñandole labores propias de tan aberrante realidad. Y eso era “normal”, niños de 10 ó 12 años, eran entregados por sus padres al hambriento depredador, el que satisfacía sus parafilias con el inocente menor, a cambio de una buena dote económica.
En el
Banquete o Del Amor de Platón, Pausanias dice “...se puede
reconocer incluso en la misma pederastia a los que van impulsados
meramente por este amor, puesto que tan solo se enamoran de los
muchachos cuando ya empiezan a tener entendimiento, lo que sucede
aroximadamente al despuntar la barba. Pues creo yo, que los que
empiezan a amar a partir de este momento están dispuestos a tener
relaciones con el amado durante toda la vida y a vivir en común con
el...”
Afortunadamente
ya no vivimos en esa época, y dicha práctica quedó en el pasado,
hoy en día tipificados los hechos en nuestras leyes como un delito:
el abuso sexual infantil o pederastia, merecedores los practicantes,
de invernar algunos años tras los fríos barrotes carcelarios.
Pero no se
equivoque, este tipo de conducta no ha desaparecido, se ha venido
repitiendo a través de los años de manera oscura, por personas que
sufren de estas enfermedades, destrozando mediante el abuso, la
identidad sexual de menores, convirtiéndolos en la mayoría de los
casos, en potenciales homosexuales.
Hoy no
estamos en Roma y tampoco se venden a menores como mercancía sexual,
pero hoy es la escuela, liderada por el Ministerio de Educación y la
Ministra Sonia Marta Mora, la que se encargará de abrir las puertas
y de mostrar las nuevas “modalidades sexuales” (homosexualismo,
lesbianismo y transgéneros, LGBTI etc.) desde las aulas de enseñanza
como algo “normal”, usando verborrea como “diversidad sexual”,
“género” y empecinados en llamar al mal como bien y al bien como
mal, enterrando a la brava, miles de años de tradición, cultura,
valores cristianos y familiares y retrocediento un siglo lo logrado
en la educación en el país.
Tengo la
esperanza que esta mala semilla no sea fértil y muera y en un futuro
cercano los fanáticos de la Sra Mora pretendan como lo hacen en
Estados Unidos y otros lares, defender -a como de lugar- sus
preferencias y derechos a la nueva pederastia. Les juro que esta
posibilidad no está lejos de que ocurra, sobre todo cuando hemos
visto hasta la saciedad, el desarrollo y prácticas de parafilias que
nunca imaginé ver en toda mi vida a saber: japoneses “casados”
con muñecas de látex... solo para citar un ejemplo.
Si de
respeto hablamos, respeten. Si de derechos hablamos, todos somos
iguales ante la Constitución Política, todos tenemos los mismos
derechos y los mismos deberes. No puede privar el derecho de unos
cuantos con preferencias sexuales equivocadas, sobre la mayoría de
la población, es totalmente contrario al principio del Bien Común.
Los
valores centenarios en los que fué cimentada la sociedad
costarricense, no pueden ser hechados a la basura por un experimento
que salió de un salón de sesiones, mucho menos cuando los
resultados serán moralmente nefastos.
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