Aborto moral


Aborto moral
Por: Pedro Rafael Gutiérrez Doña.

Por primera vez en la historia de Centroamérica -y corríjanme con fundamento si me equivoco- un político homosexual desfila con su amante en una toma de posesión presidencial en Costa Rica.
Hasta donde yo tengo conocimiento, nunca en la historia de este pais se había presentado semejante “golazo”, para decirlo en su contexto, donde dos machos ya no solamente se salieron del clóset como acostumbran, sino que caminaron muy orondos y bien elegantes en la alfombra roja en un traspaso de mando.

Para los que crecimos cimentados en principios cristianos y en una tradición democrática centenaria como la costarricense, esto se denomina aberración. La “apertura”, la “inclusión”, la “tolerancia” a la que este nuevo gobierno le está apostando, podría ser a corto plazo, motivo de muchas discrepancias en el ámbito social, sino además, la inminente perforación de su propia tumba.
En la máxima y de mayor trascendencia actividad política que se realiza cada cuatro años en Costa Rica, donde múltiples personalidades del mundo están presentes, el gobierno de Luis Guillermo Solís echando mano a su humanismo secular, abre un portillo a las relaciones homosexuales, en un claro desafío a la Constitución Política de la República y a una centenaria tradición democrática ratificada en las leyes cual es, la familia.

En la vida, toda acción tiene su reacción inmediata, principio de la física el cual -aunque muchos no lo crean- tiene el mismo efecto en el campo moral, solo que con resultados inesperados. Por ahora, no me atrevería a pronosticar cuáles serán los resultados de las nuevas políticas del gobernante, pero en mi caso en particular, estoy seguro que la máxima que dice que todo lo que el hombre sembrare, eso va a cosechar, tiene que cumplirse.

Ya veremos pues, cuándo las autoridades religiosas de este país léase la Iglesia Católica, los grupos Evangélicos y las organizaciones de defensa a la familia y la niñez, alzarán su voz para condenar lo que hasta ahora ha sido el mayor atropello de manera desafiante, al cimiento de toda sociedad: la familia.

 En caso contrario, estaremos ante una aberrante complicidad ante el poder del Estado, convirtiendo lo que la historia ya nos ha dado testimonio en la voz del Profeta Jeremías o Isaías, de la repulsiva fornicación del Estado con la Iglesia. La Iglesia está en la obligación moral de denunciar este tipo de “zorras” como bien los señala el Evangelio y evitar de cualquier manera, que el trigo crezca con la cizaña.

Para el club homosexual de Costa Rica, esto ha sido una buena señal de parte de las nuevas autoridades políticas del país, reforzando lo que ha sido hasta ahora, la insistente lucha por obtener derechos y privilegios legales por encima de la mayoría y el bien común.
Ya veremos a medida que pase el tiempo, si este entenebrecido espíritu toma fuerza en las instituciones del gobierno y/o de las autoridades en la Asamblea Legislativa, o de lo contrario se convierta en lo que ha sido hasta ahora, en un aborto moral.


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