Hace un par de años, viviendo en San Anselmo California, precisamente después de cruzar el puente Golden Gate, me enteré por medio de un periódico local, de la existencia de una agrupación no religiosa de ex miembros de los Testigos de Jehová, la cual tenía sus oficinas en la localidad, y contaba con sucursales en casi todo el país.
Dicha agrupación, se encargaba de dar terapia a los disidentes de esta secta religiosa, en grupos de apoyo, charlas y dinámicas varias, para tratar los desequilibrios causados por la deserción. Que yo sepa, ésta es la única religión en el mundo que tiene - paradójicamente - como en Alcohólicos Anónimos, centros de restauración post-retiro, y a esto se debe exclusivamente que haya hecho esta referencia. Pero para los que no saben, el desertar de esta secta es casi como morir civilmente; se les tacha como enemigos, son expulsados de sus reuniones, se les trata de mundanos o pecaminosos; son presionados en muchos casos a renunciar de sus trabajos a aquellos que trabajan con Testigos, son vigilados - aun estando dentro de la organización - y caen por efecto de estos tratos, en crisis existenciales, necesitando en algún momento de estos grupos, formados generalmente de exmiembros, para recibir ayuda y reintegrarse a la sociedad.
Aquí surge de inmediato la imperiosa necesidad de buscar a los culpables; si los líderes que desde Nueva York dictan las órdenes para la secta, o los sectarios que cegados por la idolatría humana y alejados del verdadero sentido de una vida espiritual, se ven enredados en pesadas cadenas tradicionalistas, de las que después no pueden librarse.
Exactamente igual pasa en los partidos políticos, las luchas internas, las deserciones voluntarias, expulsiones por procesos éticos, pérdida de elecciones y la creación de nuevos partidos políticos, engendran una generación malsana. Pareciera entonces, que el hombre copia torpemente los mismos patrones, para cimentar sus ideas y crear sus estructuras; los sectarios como santos-pecadores y los políticos en dirigencia-partidarios. El partido como tal, dicta sus políticas desde sus bases y son seguidas por los principales cuadros, como señal de clara subordinación. Pero esta subordinación, como sucede en las sectas, se ve afectada por múltiples factores como la apatía, el desengaño, el nepotismo, el clientelismo y la corrupción, realidades que hacen que la relación dirigencia-partido caiga en crisis de existencia.
Si recordamos al Comunismo como doctrina, éste cometió el grave error de querer sustituir al núcleo familiar por el culto al Estado, cosa que logró pero solo en parte, al diseminar la familia en diferentes partes del mundo. Sin embargo, no logró consolidar la imagen del Estado paternalista, del que todos ya sabemos dejó por el mundo a miles de bastardos. Como efecto del fracaso de este modelo político, hombres y mujeres de partido, de la noche a la mañana se quedaron huérfanos. El Estado paternal/proveedor dejó de existir como imagen a la cual recurrir, dejando a sus hijos en clara soledad y abandono y sin posibilidades de ser sanados. De manera que grupos y partidos políticos, están actualmente llenos de enfermos, no lograron recibir terapia luego de la relación simbiótica que tuvieron con el Estado y que los mantuvo vegetando y en el subdesarrollo.
Ahora, culpar absolutamente a los partidos políticos o a las sectas de esta realidad, sería como pretender responsabilizar a las armas como las culpables de los homicidios, siendo en último caso el responsable de tanta patología el hombre, sin dejar por esto, que sectas y partidos en este caso, asuman sus cuotas de responsabilidad. Parte de la culpa del hombre, es que ha depositado su confianza en las promesas, nunca en los principios; ha entregado su vida a los dirigentes y a los grandes apellidos, nunca a la Patria; luchando irracionalmente por obtener un salario, cuando deberían hacerlo por un ideal.
Y si retomamos a los sectarios, una y otra vez han puesto neciamente los ojos en los líderes y tradiciones, sustituyendo la ley o la Torá, por los pasquines neoyorquinos, editados por la junta directiva o el consejo de ancianos, ambos llenos de impiedades.
Aquí entonces, es donde hay que hacer un alto y proyectar nuestra visión para el cambio. No podemos seguir con un modelo político lleno de inadaptados y de siameses partidistas, el dueto perfecto para entonar el quítate tú, pá ponerme yo.
Latinoamérica en la última década, nos ha dado claras señales de cuáles fueron los modelos políticos obsoletos que pasaron al olvido y donde se ha tenido que recurrir en el extremo, a celebrar segunda ronda para lograr la presidencia de la república. En un futuro cercano, los moldes clásicos de hacer política van a ser sustituidos por nuevos modelos de desarrollo, donde el poder va a ser ejercido por los méritos y donde los pilares fundamentales para ejercer la democracia serán la honradez, la justicia, la ley y el testimonio; antídotos efectivos contra pestes de corrupción o dictaduras de partido.
Muchos han llamado a este fenómeno la tercera opción, aquella que surge del desencanto por el bipartidismo y que ignora las falsas profecías de lo que se apellida Gallup, llevando al poder a líderes sanos políticamente, comprometidos por principios y el bien común, no con partidos tradicionales, caudillos o ayatolás de la política contemporánea.
Comentarios
Publicar un comentario